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Jánovas

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Si hay un pueblo que simboliza y representa la lucha en defensa de su tierra, de su forma de vida y de su historia, frente a la construcción de nuevos embalses que obligan a sus habitantes al desalojo y desarraigo, ese es, sin ninguna duda, Jánovas.

En la década de los años 50 se planteó un proyecto de pantano con el único fin de ser utilizado para el aprovechamiento hidroeléctrico. Unos años más tarde, se replanteó su uso añadiendo el abastecimiento para regadíos, lo que originó reticencias por parte de la hidroeléctrica concesionaria de la obra.

Desde el primer momento la oposición de los habitantes de Jánovas fue total, hasta que en los años 60 del siglo pasado, muchos de ellos fueron obligados a abandonar el pueblo incluso con el uso de dinamita, desalojando por la fuerza la escuela y, finalmente, cortando los suministros de electricidad y de agua. A pesar de ello la familia Garcés se negó a abandonar su casa y permaneció en ella hasta 1984, fecha en la que fueron desalojados definitivamente.

Puente colgante de Jánovas
El tiempo en Jánovas pasa más despacio que al otro lado del puente

Fue un año más tarde cuando se iniciaron las obras previas a la construcción del embalse, realizando la perforación del túnel de desvío, pero la paralización de las mismas llegó de forma inmediata. En 1994 éstas se retomaron con la construcción de la ataguía de desvío pero, de nuevo, se impuso una nueva parada. Finalmente en el año 2001 se elaboró un estudio de impacto medioambiental desfavorable, lo que provocó que en 2005 se renunciara definitivamente a su construcción. En la actualidad están pendientes de ejecución las obras de reversión que fueron aprobadas en 2010. Más de 50 años de lucha resumidos en una pintada en una de las fachadas que aún permanecen en pie: “Jánovas no rebla”.

Cuando cruzamos el puente colgante que da acceso a Jánovas, se presiente que estamos llegando a un lugar especial. El suave balanceo de las tablas bajo nuestros pies, junto con el sonido de la bravura del río Ara debajo de ellas, constituyen una frontera de sentimientos entre las dos orillas.

Poco antes de entrar realmente en lo que queda en pie del antiguo conjunto de casas, nos fijamos en un arco geológico curioso y caprichoso desde el cual tenemos una vista privilegiada de todo lo que algún día iba a ser inundado por las aguas del único río virgen que queda en la provincia de Huesca.

Cuando llegamos a Jánovas nos recibe su fuente la que por cierto, este año mana con fuerza y nos proporciona una fresca pausa en el camino. El conjunto que la forma se encuentra ligeramente más bajo que el nivel del pueblo, lo que hace que permanezca aislado del viento y que, unido al sol que hoy nos acompaña, nos obligan a una larga y relajante parada. No somos los únicos: el goteo de visitantes es continuo. Aproximadamente en la mitad del corto trayecto entre el puente y la fuente, hemos cruzado el meridiano de Greenwich: ya estamos en el Oeste.

Recuperado y relajado el espíritu, nos adentramos por las estrechas calles empedradas y entre las fachadas de las casas dinamitadas hace más de 50 años… Los dinteles de algunas de las puertas, fechados en los siglos XVII y XVIII, hacen que de alguna manera retrocedamos en el tiempo imaginando cómo se originó el pueblo, cómo vivieron sus habitantes y a la vez, viendo las ruinas de sus casas, cómo tuvieron que abandonarlas por un pantano que nunca fue.

Seguimos caminando y callejeando despacio, mirando arriba y abajo, buscando algo que no sabemos qué es y pronto llegamos a la iglesia que, esta sí, permanece en pie, desmantelada por dentro pero manteniendo su techumbre como antaño. Entramos y vemos unas pinturas que decoran el altar y sus paredes… pero que realmente fueron pintadas para el rodaje de la película Guerreros en el año 2002.

A la vuelta nos llaman la atención las obras que se están realizando para reconstruir lo que en su día fue la escuela y que, en una de sus paredes, todavía mantiene la pizarra con distintas inscripciones. Todo un símbolo del esfuerzo de recuperación de sus últimos habitantes y descendientes.

Fuimos para un rato pero permanecimos ahí varias horas. No es la primera visita, no será la última… El tiempo en Jánovas no pasa como en el otro lado del puente.

Destacamos aquí tres archivos sonoros: el sonido bajo su árbol a la entrada del pueblo en el que se confunden río, hojas y viento junto a voces de visitantes, el de su fuente y el del cruce del puente sobre el Ara.

42.46545N-0.00201W
En la fuente de Jánovas – 1’01»

42.46554N-0.00207W
Parada bajo el árbol de Jánovas – 0’49»

42.46586N-0.00174E
Cruce del puente colgante de Jánovas- 0’59»

Huesca Sonora en Vimeo

Fotos

Puente de Jánovas


Ver Río Ara. Jánovas en un mapa más grande

Si hay un pueblo que simboliza y representa la lucha en defensa de su tierra, de su forma de vida y de su historia, frente a la construcción de nuevos embalses que obligan a sus habitantes al desalojo y desarraigo, ese es, sin ninguna duda, Jánovas.

En la década de los años 50 se planteó un proyecto de pantano con el único fin de ser utilizado para el aprovechamiento hidroeléctrico. Unos años más tarde, se replanteó su uso añadiendo el abastecimiento para regadíos, lo que originó reticencias por parte de la hidroeléctrica concesionaria de la obra.

Desde el primer momento la oposición de los habitantes de Jánovas fue total, hasta que en los años 60 del siglo pasado, muchos de ellos fueron obligados a abandonar el pueblo incluso con el uso de dinamita, desalojando por la fuerza la escuela y, finalmente, cortando los suministros de electricidad y de agua. A pesar de ello la familia Garcés se negó a abandonar su casa y permaneció en ella hasta 1984, fecha en la que fueron desalojados definitivamente.

[mantra-pullquote align=»left|center|right» textalign=»left|center|right» width=»33%»]El tiempo en Jánovas pasa más despacio que al otro lado del puente[/mantra-pullquote]

Fue un año más tarde cuando se iniciaron las obras previas a la construcción del embalse, realizando la perforación del túnel de desvío, pero la paralización de las mismas llegó de forma inmediata. En 1994 éstas se retomaron con la construcción de la ataguía de desvío pero, de nuevo, se impuso una nueva parada. Finalmente en el año 2001 se elaboró un estudio de impacto medioambiental desfavorable, lo que provocó que en 2005 se renunciara definitivamente a su construcción. En la actualidad están pendientes de ejecución las obras de reversión que fueron aprobadas en 2010. Más de 50 años de lucha resumidos en una pintada en una de las fachadas que aún permanecen en pie: “Jánovas no rebla”.

Cuando cruzamos el puente colgante que da acceso a Jánovas, se presiente que estamos llegando a un lugar especial. El suave balanceo de las tablas bajo nuestros pies, junto con el sonido de la bravura del río Ara debajo de ellas, constituyen una frontera de sentimientos entre las dos orillas.

Poco antes de entrar realmente en lo que queda en pie del antiguo conjunto de casas, nos fijamos en un arco geológico curioso y caprichoso desde el cual tenemos una vista privilegiada de todo lo que algún día iba a ser inundado por las aguas del único río virgen que queda en la provincia de Huesca.

Cuando llegamos a Jánovas nos recibe su fuente la que por cierto, este año mana con fuerza y nos proporciona una fresca pausa en el camino. El conjunto que la forma se encuentra ligeramente más bajo que el nivel del pueblo, lo que hace que permanezca aislado del viento y que, unido al sol que hoy nos acompaña, nos obligan a una larga y relajante parada. No somos los únicos: el goteo de visitantes es continuo. Aproximadamente en la mitad del corto trayecto entre el puente y la fuente, hemos cruzado el meridiano de Greenwich: ya estamos en el Oeste.

Recuperado y relajado el espíritu, nos adentramos por las estrechas calles empedradas y entre las fachadas de las casas dinamitadas hace más de 50 años… Los dinteles de algunas de las puertas, fechados en los siglos XVII y XVIII, hacen que de alguna manera retrocedamos en el tiempo imaginando cómo se originó el pueblo, cómo vivieron sus habitantes y a la vez, viendo las ruinas de sus casas, cómo tuvieron que abandonarlas por un pantano que nunca fue.

Seguimos caminando y callejeando despacio, mirando arriba y abajo, buscando algo que no sabemos qué es y pronto llegamos a la iglesia que, esta sí, permanece en pie, desmantelada por dentro pero manteniendo su techumbre como antaño. Entramos y vemos unas pinturas que decoran el altar y sus paredes… pero que realmente fueron pintadas para el rodaje de la película Guerreros en el año 2002.

A la vuelta nos llaman la atención las obras que se están realizando para reconstruir lo que en su día fue la escuela y que, en una de sus paredes, todavía mantiene la pizarra con distintas inscripciones. Todo un símbolo del esfuerzo de recuperación de sus últimos habitantes y descendientes.

Fuimos para un rato pero permanecimos ahí varias horas. No es la primera visita, no será la última… El tiempo en Jánovas no pasa como en el otro lado del puente.

Destacamos aquí tres archivos sonoros: el sonido bajo su árbol a la entrada del pueblo en el que se confunden río, hojas y viento junto a voces de visitantes, el de su fuente y el del cruce del puente sobre el Ara.

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