El Cinca ya fue nombrado y utilizado por los romanos como recurso natural aprovechando sus aguas para sus cultivos y villas. Desde entonces y con el paso de los siglos, en sus orillas han crecido grandes núcleos de población como Monzón o Fraga, que dependen totalmente de sus aguas y de las grandes regulaciones hidrológicas a las que ha sido sometido.
Sus aguas son una suma de otros muchos ríos y cuencas que se unen en él llevando su caudal desde zonas alejadas en la provincia: el Ésera, el Flumen, el Ara, el Cinqueta, el Vero… ríos todos ellos que influyen profundamente en las tierras y las gentes por las que discurren y que finalmente, aúnan sus fuerzas para todos juntos llegar con el Segre hasta el río Ebro en Mequinenza.