No cabe duda de que el valle del Aragón-Subordán fue un lugar sagrado para los primeros habitantes de esta zona y no cabe, simplemente por el gran número de monumentos funerarios y milenarios que recorren Guarrinza y Aguas Tuertas. Si este río ya es fundamental en la historia de Aragón también lo fue para los cazadores y recolectores que eligieron este entorno para su vida y para su muerte.
Desde Hecho atravesando de nuevo la Boca del Infierno y Oza entramos en el valle de Guarrinza por su pista hasta el pequeño parking señalizado donde se deben dejar los coches. Desde aquí, siguiendo el recorrido de la pista, ya sólo apta para vehículos autorizados, subimos en busca del dolmen más famoso de toda la zona, el de Aguas Tuertas.
Tras atravesar una última barrera de ganado llegamos al dolmen que además de su interés histórico destaca por el lugar en el que se encuentra. Es un enclave idílico, apacible y reconfortante. Aguas Tuertas es un valle plano, verde intenso, por el que serpentea suave y casi imperceptible el recién nacido Aragón-Subordán. Antes de recrear su paisaje y sus sonidos nos recreamos nosotros (aunque esté mal decirlo) ante semejante belleza. Por cierto este valle pertenece al término municipal de Ansó.
Es este un dolmen despojado de su túmulo y que curiosamente se encuentra orientado hacia el oeste y no hacia la salida del sol como es lo habitual en este tipo de construcciones. En su interior resuenan las esquilas de las vacas que pastan en el valle disfrutando de sus inmensos pastos. Unos pocos metros a su izquierda el río toma algo más de velocidad para saltar hacia Guarrinza; no es estruendoso pero acompaña constantemente el sonido del agua en su camino.
Nos sentamos de nuevo y permanecemos otro rato contemplando el paisaje. Estamos solos, suponemos que por el hecho de ser ya comienzo de septiembre.
En el regreso aún debemos hacer alguna parada más. La primera de ella es junto al Dolmen del Salto, apenas unas curvas más abajo. Este dolmen sí que mantiene la mayor parte de su túmulo y las losas que forman la cámara funeraria. Unos helechos lo decoran en su interior. Desde aquí Guarrinza es grande, profundo y bonito.
Seguimos hacia adelante, de bajada y realizamos la última parada pero esta vez desde la distancia. En la ladera norte sobre una morrena glaciar apreciamos el dolmen, el menhir y el cromlech del Camón de las Fitas. El dolmen no está montado pero sus losas están ahí, donde hace miles de años alguien las colocó para honrar a sus muertos. Justo a su lado el menhir y el cromlech. Monumentos de distintos periodos pero coincidentes en su emplazamiento.
Nadie puede asegurar por qué este lugar fue elegido por tantos como puerta hacia su más allá. En los años treinta del siglo pasado se realizó el primer estudio serio sobre las construcciones funerarias prehistóricas de esta zona. El segundo y último estudio realizado hasta ahora fue en los ochenta. Quizás debería profundizarse algo más sobre su histora.
Pero para el visitante con más tiempo que nosotros aún hay más. Junto al Camping de Oza debe parar en la Corona de los Muertos; se trata de círculos de piedras pero que en este caso se cree que son fondos de cabañas de los que aquí habitaron muchos, muchos años atrás.
Y que no se nos olvide agradecer la disposición y conocimientos de Andrés. Una charla con él en el porche o terraza del Centro de Interpretación del Megalitismo es didáctica y sobre todo, necesaria.
La ficha de Aguas Tuertas recoge los sonidos que nos encontramos bajo su dolmen y el del salto del Aragón-Subordán hacia Guarrinza.
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Sonido bajo las losas del Dolmen de Aguas Tuertas – 1’12»
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Salto del Aragón-Subordán desde Aguas Tuertas a Guarrinza – 0’44»
Huesca Sonora en Vimeo
Ver Río Aragón-Subordán. Aguas Tuertas en un mapa más grande
No cabe duda de que el valle del Aragón-Subordán fue un lugar sagrado para los primeros habitantes de esta zona y no cabe, simplemente por el gran número de monumentos funerarios y milenarios que recorren Guarrinza y Aguas Tuertas. Si este río ya es fundamental en la historia de Aragón también lo fue para los cazadores y recolectores que eligieron este entorno para su vida y para su muerte.
Desde Hecho atravesando de nuevo la Boca del Infierno y Oza entramos en el valle de Guarrinza por su pista hasta el pequeño parking señalizado donde se deben dejar los coches. Desde aquí, siguiendo el recorrido de la pista, ya sólo apta para vehículos autorizados, subimos en busca del dolmen más famoso de toda la zona, el de Aguas Tuertas.
[mantra-pullquote align=»left|center|right» textalign=»left|center|right» width=»33%»]La presencia humana aquí ha sido constante durante miles de años[/mantra-pullquote]
Tras atravesar una última barrera de ganado llegamos al dolmen que además de su interés histórico destaca por el lugar en el que se encuentra. Es un enclave idílico, apacible y reconfortante. Aguas Tuertas es un valle plano, verde intenso, por el que serpentea suave y casi imperceptible el recién nacido Aragón-Subordán. Antes de recrear su paisaje y sus sonidos nos recreamos nosotros (aunque esté mal decirlo) ante semejante belleza. Por cierto este valle pertenece al término municipal de Ansó.
Es este un dolmen despojado de su túmulo y que curiosamente se encuentra orientado hacia el oeste y no hacia la salida del sol como es lo habitual en este tipo de construcciones. En su interior resuenan las esquilas de las vacas que pastan en el valle disfrutando de sus inmensos pastos. Unos pocos metros a su izquierda el río toma algo más de velocidad para saltar hacia Guarrinza; no es estruendoso pero acompaña constantemente el sonido del agua en su camino.
Nos sentamos de nuevo y permanecemos otro rato contemplando el paisaje. Estamos solos, suponemos que por el hecho de ser ya comienzo de septiembre.
En el regreso aún debemos hacer alguna parada más. La primera de ella es junto al Dolmen del Salto, apenas unas curvas más abajo. Este dolmen sí que mantiene la mayor parte de su túmulo y las losas que forman la cámara funeraria. Unos helechos lo decoran en su interior. Desde aquí Guarrinza es grande, profundo y bonito.
Seguimos hacia adelante, de bajada y realizamos la última parada pero esta vez desde la distancia. En la ladera norte sobre una morrena glaciar apreciamos el dolmen, el menhir y el cromlech del Camón de las Fitas. El dolmen no está montado pero sus losas están ahí, donde hace miles de años alguien las colocó para honrar a sus muertos. Justo a su lado el menhir y el cromlech. Monumentos de distintos periodos pero coincidentes en su emplazamiento.
Nadie puede asegurar por qué este lugar fue elegido por tantos como puerta hacia su más allá. En los años treinta del siglo pasado se realizó el primer estudio serio sobre las construcciones funerarias prehistóricas de esta zona. El segundo y último estudio realizado hasta ahora fue en los ochenta. Quizás debería profundizarse algo más sobre su histora.
Pero para el visitante con más tiempo que nosotros aún hay más. Junto al Camping de Oza debe parar en la Corona de los Muertos; se trata de círculos de piedras pero que en este caso se cree que son fondos de cabañas de los que aquí habitaron muchos, muchos años atrás.
Y que no se nos olvide agradecer la disposición y conocimientos de Andrés. Una charla con él en el porche o terraza del Centro de Interpretación del Megalitismo es didáctica y sobre todo, necesaria.
La ficha de Aguas Tuertas recoge los sonidos que nos encontramos bajo su dolmen y el del salto del Aragón-Subordán hacia Guarrinza.