Ríos Aragón y Aragón-Subordán_

Embún

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Estamos en el valle del Aragón-Subordán y en Hecho (en el Restaurante Canteré) hemos tenido la suerte de ver cómo se preparan los famosos boliches de Embún. Si se está por aquí es un pecado no probarlos.

Llegamos a Embún o mejor dicho hasta su desvío desde donde se tiene una buena panorámica de su silueta elevándose sobre el río. Al entrar en su casco nos llama la atención el contraste entre sus casas algunas muy arregladas, otras en proceso de estarlo y otras por el contrario con las huellas del tiempo muy visibles, sin duda provocadas por la despoblación sufrida a lo largo de los años como en otros tantos pueblos de nuestra provincia… De todas formas es gratificante observar la actividad de sus calles y en sus campos.

Boliches de Embún
Famoso por sus boliches, pero orgulloso de su historia

Por poco no hemos visto los ensayos de su Paloteau; falta un mes para las fiestas y ayer hicieron uno de ellos. Ya tenemos otra excusa para volver en caso de que visitar su museo y su herrería no fueran suficientes (hoy no es nuestro día de suerte y están cerrados).

Desde las calles exteriores se observan los campos y huertos que siempre han tenido reconocimiento en el valle y entre cuyos cultivos han destacado desde hace mucho tiempo los boliches. Antes se cultivaban de distintas variedades aunque hoy éstas se han reducido prácticamente a los blancos y a los rojos; hay algunas variedades que ya se han perdido para siempre…

Nos encontramos con Kiko con quien damos un paseo por Embún conociendo algo de su historia defensiva, su arquitectura pensada también para ello con calles estrechas, su iglesia de San Martín… Callejeando llegamos a una zona de eras y vemos a Antonio que está pisando sus boliches; este proceso es sólo una parte del complejo trabajo que conlleva su cultivo. Como él nos comenta y más tarde José Miguel y Manoli en su propia huerta nos recuerdan, si hay suerte y el tiempo y las tormentas los respetan, habrá que esperar a que la vaina se seque para recogerla de la planta, pero siempre al mediodía o por la tarde cuando ya ha perdido la humedad de la noche. Después tendrán que secarlos un poco más al sol, atocharlos (golpearlos con un palo), pisarlos para terminar de romper sus vainas y que se despeguen de ellas, aventarlos cuando sopla el viento para separarlos de las vainas y finalmente el trabajo más monótono y costoso, que es el triarlos uno a uno para apartar los que pudieran tener alguna mancha de los que estén en perfecto estado. Un largo proceso antes de llegar a la cazuela pero que merece mucho la pena.

Al final una buena conversación en el bar pone fin a nuestra visita de hoy. Las fotos que cubren todas las paredes dan fe de que se trata de un lugar “muy vivido”.

En esta página recogemos el sonido de las duras vainas cuando crujen y se separan bajo los pies. También hemos podido registrar las campanas de su iglesia bajo su campanario y la fuente que se encuentra en las afueras hacia sus campos.

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Fuente de Embún – 0’45»

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Campanadas en la puerta de la iglesia de Embún – 1’03»

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Pisado de Boliches de Embún – 0’21»

Huesca Sonora en Vimeo

Fotos


Ver Río Aragón-Subordán. Embún en un mapa más grande

Estamos en el valle del Aragón-Subordán y en Hecho (en el Restaurante Canteré) hemos tenido la suerte de ver cómo se preparan los famosos boliches de Embún. Si se está por aquí es un pecado no probarlos.

Llegamos a Embún o mejor dicho hasta su desvío desde donde se tiene una buena panorámica de su silueta elevándose sobre el río. Al entrar en su casco nos llama la atención el contraste entre sus casas algunas muy arregladas, otras en proceso de estarlo y otras por el contrario con las huellas del tiempo muy visibles, sin duda provocadas por la despoblación sufrida a lo largo de los años como en otros tantos pueblos de nuestra provincia… De todas formas es gratificante observar la actividad de sus calles y en sus campos.

[mantra-pullquote align=»left|center|right» textalign=»left|center|right» width=»33%»]Famoso por sus boliches, pero poseedor de su propia historia[/mantra-pullquote]

Por poco no hemos visto los ensayos de su Paloteau; falta un mes para las fiestas y ayer hicieron uno de ellos. Ya tenemos otra excusa para volver en caso de que visitar su museo y su herrería no fueran suficientes (hoy no es nuestro día de suerte y están cerrados).

Desde las calles exteriores se observan los campos y huertos que siempre han tenido reconocimiento en el valle y entre cuyos cultivos han destacado desde hace mucho tiempo los boliches. Antes se cultivaban de distintas variedades aunque hoy éstas se han reducido prácticamente a los blancos y a los rojos; hay algunas variedades que ya se han perdido para siempre…

Nos encontramos con Kiko con quien damos un paseo por Embún conociendo algo de su historia defensiva, su arquitectura pensada también para ello con calles estrechas, su iglesia de San Martín… Callejeando llegamos a una zona de eras y vemos a Antonio que está pisando sus boliches; este proceso es sólo una parte del complejo trabajo que conlleva su cultivo. Como él nos comenta y más tarde José Miguel y Manoli en su propia huerta nos recuerdan, si hay suerte y el tiempo y las tormentas los respetan, habrá que esperar a que la vaina se seque para recogerla de la planta, pero siempre al mediodía o por la tarde cuando ya ha perdido la humedad de la noche. Después tendrán que secarlos un poco más al sol, atocharlos (golpearlos con un palo), pisarlos para terminar de romper sus vainas y que se despeguen de ellas, aventarlos cuando sopla el viento para separarlos de las vainas y finalmente el trabajo más monótono y costoso, que es el triarlos uno a uno para apartar los que pudieran tener alguna mancha de los que estén en perfecto estado. Un largo proceso antes de llegar a la cazuela pero que merece mucho la pena.

Al final una buena conversación en el bar pone fin a nuestra visita de hoy. Las fotos que cubren todas las paredes dan fe de que se trata de un lugar “muy vivido”.

En esta página recogemos el sonido de las duras vainas cuando crujen y se separan bajo los pies. También hemos podido registrar las campanas de su iglesia bajo su campanario y la fuente que se encuentra en las afueras hacia sus campos.