Río Ara_

Bujaruelo

Imágenes

Acabamos de ver cómo un rebaño de vacas llegaba en trashumancia hasta Sarvisé, donde descansarán uno o dos días hasta iniciar la etapa final hacia Bujaruelo, así que tenemos curiosidad por ver dónde disfrutarán del verano y del otoño: entre verdes pastos y paisajes espectaculares.

Llegados al Puente de los Navarros giramos a la izquierda para tomar la pista que nos lleva hasta el Mesón de Bujaruelo, antiguo hospital de peregrinos del siglo XII del que ya sólo quedan restos de lo que fue la ermita además del puente románico sobre el Ara. Hoy el mesón es un refugio enclavado en un lugar estratégico tanto para realizar rutas hacia Panticosa o el Vignemale, como para disfrutar del descanso en suaves laderas y prados rodeados de altas cumbres.

Pacer en Bujaruelo
Antiguo hospital de peregrinos, hoy refugio en un en enclave único

Nada más adentrarse en la pista uno intuye que el que las terneras de Broto recorran un largo camino hasta aquí no es porque sí. Es normal que estén nerviosas por llegar hasta este enclave (tal y como nos comenta uno de los ganaderos) ya que en este valle disfrutan de pastos inabarcables, barrancos frescos hacia el Ara y aunque quizás ellas no lo aprecien (o sí) una belleza del paisaje que te obliga a la tranquilidad.

Poco antes de llegar al mesón, muy concurrido por cierto, nos encontramos con los primeros grupos de vacas que pastan junto al Ara. Seguimos la pista hasta alcanzar la fuente de la Femalla, de refrescante agua, donde paramos un momento para contemplar a un rebaño que lleva aquí unos días; están tranquilas y pacen lentamente. Las esquilas suenan sin estruendos y de vez en cuando un mugido recorre el valle.

Nos cuenta también Ángel que durante el verano siguen ascendiendo hacia el Vignemale, que se alza majestuoso y todavía muy blanco para las alturas del año en las que estamos. Han de cruzar el río Ara para llegar hasta los pastos más altos y más frescos, así que como nosotros no podemos hacerlo sin puente, la única opción posible es seguir ascendiendo por la pista para llegar hasta el collado que nos introduce en el Valle de Otal: un valle cerrado a modo de circo, precioso, recorrido en el centro por el río que le da el nombre y rodeado de suaves praderas. Al fondo un refugio de ganaderos hace también las funciones resguardo para montañeros o senderistas.

Desde este collado podemos ver la mayor parte del Valle de Bujaruelo: su puerto y un poco más abajo el camino que nos llevaría hasta Ordiso y, desde allí, hasta el nacimiento del Ara. Y al fondo el Vignemale, vigilante.

Fuente Femalla

Vacas paciendo cerca de la Fuente Femalla en Bujaruelo – 0’40»

Puente Navarros
Río Ara bajo el Puente de los Navarros – 0’34»

Coche Puente Navarros
Hacia el Puente de los Navarros – 0’27»

Fotos


Ver Río Ara. Bujaruelo en un mapa más grande

Acabamos de ver cómo un rebaño de vacas llegaba en trashumancia hasta Sarvisé, donde descansarán uno o dos días hasta iniciar la etapa final hacia Bujaruelo, así que tenemos curiosidad por ver dónde disfrutarán del verano y del otoño: entre verdes pastos y paisajes espectaculares.

Llegados al Puente de los Navarros giramos a la izquierda para tomar la pista que nos lleva hasta el Mesón de Bujaruelo, antiguo hospital de peregrinos del siglo XII del que ya sólo quedan restos de lo que fue la ermita además del puente románico sobre el Ara. Hoy el mesón es un refugio enclavado en un lugar estratégico tanto para realizar rutas hacia Panticosa o el Vignemale, como para disfrutar del descanso en suaves laderas y prados rodeados de altas cumbres.

[mantra-pullquote align=»left|center|right» textalign=»left|center|right» width=»33%»]Antiguo hospital de peregrinos, hoy refugio en un en enclave único[/mantra-pullquote]

Nada más adentrarse en la pista uno intuye que el que las terneras de Broto recorran un largo camino hasta aquí no es porque sí. Es normal que estén nerviosas por llegar hasta este enclave (tal y como nos comenta uno de los ganaderos) ya que en este valle disfrutan de pastos inabarcables, barrancos frescos hacia el Ara y aunque quizás ellas no lo aprecien (o sí) una belleza del paisaje que te obliga a la tranquilidad.

Poco antes de llegar al mesón, muy concurrido por cierto, nos encontramos con los primeros grupos de vacas que pastan junto al Ara. Seguimos la pista hasta alcanzar la fuente de la Femalla, de refrescante agua, donde paramos un momento para contemplar a un rebaño que lleva aquí unos días; están tranquilas y pacen lentamente. Las esquilas suenan sin estruendos y de vez en cuando un mugido recorre el valle.

Nos cuenta también Ángel que durante el verano siguen ascendiendo hacia el Vignemale, que se alza majestuoso y todavía muy blanco para las alturas del año en las que estamos. Han de cruzar el río Ara para llegar hasta los pastos más altos y más frescos, así que como nosotros no podemos hacerlo sin puente, la única opción posible es seguir ascendiendo por la pista para llegar hasta el collado que nos introduce en el Valle de Otal: un valle cerrado a modo de circo, precioso, recorrido en el centro por el río que le da el nombre y rodeado de suaves praderas. Al fondo un refugio de ganaderos hace también las funciones resguardo para montañeros o senderistas.

Desde este collado podemos ver la mayor parte del Valle de Bujaruelo: su puerto y un poco más abajo el camino que nos llevaría hasta Ordiso y, desde allí, hasta el nacimiento del Ara. Y al fondo el Vignemale, vigilante.

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